El nuevo Herald de Estados Unidos (www.herald.com)
En la aridez del altiplano boliviano pequeñas lagunas de color turquesa asemejan playas paradisiacas, pero son residuos mineros tóxicos que contaminan la tierra, por lo que un grupo de indígenas aymaras se sintieron obligados a rebelarse contra una minera.
Los indígenas están molestos porque la multinacional Newmont Mining, con sede en la ciudad estadounidense de Denver, vendió en julio su participación a socios bolivianos y se marchó “sin cumplir su promesa'' de compensarles con nuevas tierras, por lo que la pasada semana decidieron tomar la mina Kori Kollo en Oruro (a 195 kilómetros al suroeste de La Paz), informó el líder de la protesta Marcial Ojeda.
El pasado sábado 26 de septiembre, iniciaron una negociación con la empresa con mediación del Gobierno y suspendieron la toma de la mina “por el momento'”, dijo Ojeda.
Cuando las aguas aturquesadas se secan bajo un Sol intenso a 3,750 metros de altitud dejan una costra de sal amarga que el viento esparce esterilizando la tierra. Ningún animal de pastoreo ni pastizal se observa en kilómetros a la redonda.
Inti Raymi
La empresa Inti Raymi (fiesta del Sol en quechua) fue en los años 90 la mayor productora de oro del país. En el 2003, llegó a producir 150,000 onzas de oro. Newmont Mining tenía el paquete mayoritario y lo transfirió a Emirsa que agrupa a sus socios bolivianos, confirmó el director estatal de Minería, Freddy Beltrán.
Inti Raymi opera la mina a cielo abierto desde 1985. Voló un cerró y tuvo que evacuar al pueblo de Chuquiña y construir otro cerca. Ahora está concluyendo operaciones pero tiene otras minas de oro cerca de aquí.
El caso ha puesto al gobierno de Morales, el primer indígena que gobierna el país en medio del fuego cruzado. El mandatario acaba de proponer en la ONU un tribunal internacional para delitos ambientales, pero estos indígenas creen que no está haciendo lo suficiente para hacer respetar sus derechos.
“Nosotros tenemos que aprovechar la nueva Constitución, nos protege nos da más derechos y además este Gobierno es de los pobres y queremos que se respete nuestros derechos'', dijo Ojeda, 35 años, uno de los líderes jóvenes de la protesta. “Que el Gobierno nacionalice esta empresa y nosotros podremos hacernos cargo'', agregó.
Eduardo Miranda, de 71 años y con siete hijos, mostró la que era su casa de adobes y paja, ahora en ruinas y abandonada. De niño fue pastor de ovejas que llegó desde la Patagonia pero ahora la tierra parece fofa, se hunde con la pisada.
Como él, muchos indígenas abandonaron su pueblo y se trasladaron al que la minera ayudó a construir muy cerca del original. Ahora la Chuquiña de antes es una aldea fantasma.
Yacimientos agotados
Veinticinco familias de indígenas que aquí se autodenominan comunarios participaron en la protesta. La empresa tiene en Kori Kollo a 600 obreros y su producción ahora es mínima. Los comunarios dicen que la minera ha comenzado a desarmar algunas instalaciones al haber casi agotado el yacimiento.
Cerca de aquí, Inti Raymi tiene otras minas de oro. Sus ejecutivos se han mostrado esquivos para dialogar. El portavoz Juan Laura dijo que los comunarios pretenden un nuevo pago por tierras que ya fueron indemnizadas y que el conflicto no es por daños ambientales.
Gobierno, indígenas y empresa esperan los resultados de una auditoría que calculará los daños, pero los originarios aseguran que está demorada. Los indígenas reconocen que la empresa les pagó al iniciar operaciones, pero no lo justo. “Se han aprovechado que nuestros padres no sabían leer y les han pagado a 1.20 bolivianos por metro cuadrado ($us 0.17)'', dice María Mamani.
Varios de los hijos de los indígenas han cursado estudios y son los que lideran la protesta actual.
Mamani, de 43 años y madre de dos hijas, muestra cicatrices en su vientre que dice que son por cirugías que la empresa le pagó al enfermar por beber agua contaminada.
Alejandro Titichoca, de 53 años y padre de cuatro hijos, opinó que “este Gobierno es de izquierda, defiende a los indígenas, todavía no hemos encontrado justicia, el Gobierno no puede abandonarnos''.
“Las ovejas que comen este poco pasto que hay se enferman del hígado, su hígado está quemado. La carne es hedionda y no se puede comer, ni los perros (la) comen'', dice Miranda.
http://www.opinion.com.bo/Portal.html?CodNot=76567&CodSec=4
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